Entrevista
Kimun Biotec: la empresa que lleva los beneficios de las plantas medicinales nativas a la industria farmacológica

Buscando alternativas más sustentables para el manejo de desechos y aprovechar su potencial, la empresa incorporó capital humano avanzado, con el financiamiento de Corfo, para encontrar la solución.

Moisés Pulgar, gerente general de Kimun.

Las “agüitas de hierbas” forman parte esencial de la tradición chilena. Hierbas extranjeras como la manzanilla y la menta comparten espacio en los supermercados con plantas endémicas, como el boldo y el culén. Difícilmente existe una mamá o abuela que no haya recomendado una infusión de manzanilla o boldo ante un dolor estomacal.

Kimun Biotec, ubicada en Chillán, Región del Ñuble, estudia científicamente las plantas endémicas de Chile reconocidas tradicionalmente por sus propiedades medicinales. Su objetivo es brindar evidencia científica que respalde la sabiduría ancestral chilena sobre el uso terapéutico de estas plantas.

Moisés Pulgar, gerente general de Kimun Biotec, explica que tienen una línea de productos para consumidores finales —como infusiones y suplementos alimenticios en cápsulas o gotas a base de palo negro, boldo y culén— y otra línea orientada a la industria farmacológica. Uno de sus productos estrella es la boldina, el principio activo del boldo, que actualmente se utiliza con éxito en investigaciones para tratar a veteranos de guerra con lesiones en la espina dorsal, en el Hospital del Bronx, en Nueva York.

Macarena Rojas, doctorada en Europa, quien se especializó en productos naturales y se unió al equipo en febrero de 2024.
© Kimun Biotec

VALORIZAR RESIDUOS

-¿Cuál era la idea de traer a una doctora en ciencias biológicas y ambientales a la empresa? 

Macarena Rojas se doctoró en Europa, se especializó en productos naturales y se unió al equipo en febrero de 2024. Nosotros teníamos un departamento de innovación y desarrollo, pero asociado al área de producción. La profesional llegó de forma exclusiva a hacer Innovación y Desarrollo (I+D) y se notó la diferencia.

La empresa extrae y comercializa boldina para la industria farmacológica. Cuando vimos el Programa de Capital Humano para la Innovación pensamos que era una oportunidad para investigar y caracterizar el residuo del proceso de extracción.

Sabíamos que había antioxidantes que podíamos aprovechar, pero necesitábamos encontrar cómo podíamos transformarlo en un producto. Ese fue el objetivo del proyecto: valorizar nuestros residuos líquidos.

-¿Cómo funcionó la integración entre el mundo académico y el empresarial?

Tuvimos un periodo de ajuste, es interesante cómo se comporta un capital humano avanzado, en este caso una doctora que viene de la academia, con tiempos y ritmos de la academia, que al ingresar a la industria requiere de un periodo de adaptación.

Nosotros como empresa teníamos que entender que la investigación tiene varios procesos necesarios y no exigir todo para ayer; y la profesional tenía que apurar los procesos en la medida de lo posible, entendiendo que efectivamente era para ayer (se ríe).

Al corto andar descubrimos que podíamos trabajar en conjunto y postular a más proyectos para asegurar la continuidad en investigación y desarrollo. Cuando hay química, profesionalmente puedes empezar a planificar otras cosas hacia adelante.

-Mencionas postular a otros proyectos para darle continuidad al proceso de I+D, ¿Cuáles son los siguientes pasos?

-Estamos a la espera del resultado de un Startup Ciencia, porque con el fondo de Capital Humano para la Innovación no llegamos a un producto vendible, pero sí llegamos a un TRL (Technology Readiness Level) avanzado. La idea es transformar ese avance en un producto final, pero para eso necesitamos más investigación y más desarrollo, más pruebas de viabilidad.

Con los resultados de esa postulación en la mano, podemos decidir si Macarena continúa o no con nosotros, y eso debería pasar dentro de los próximos días.

El equipo de Kimun Biotec.
© Kimun Biotec

NUEVO PRODUCTO: UN ANTIOXIDANTE

-A pesar de no alcanzar un producto final como inicialmente planeado, ¿cuál fue el impacto de incorporar capital humano avanzado? 

Descubrimos que también podíamos aprovechar los residuos sólidos del proceso, obteniendo incluso mejores resultados que con los líquidos. Esto solo fue posible porque teníamos una persona enfocada exclusivamente en investigación. Nunca habríamos considerado el valor de estos residuos sólidos sin alguien dedicado específicamente a explorar cómo mejorar nuestra cadena productiva.

Nuestra planificación inicial se fue adaptando durante el proyecto. Originalmente pensábamos contratar a una persona para desarrollar productos destinados a la industria vitivinícola. Sin embargo, contratamos a Macarena, quien posee un perfil académico similar al planeado, pero decidimos enfocar nuestro producto final directamente al consumidor como antioxidante.

-¿Qué sucedió con la idea de incursionar en el sector vitivinícola? 

La idea del vino no está descartada, aunque aún no la hemos estudiado en profundidad. Resultó más rápido y viable comercializar directamente al consumidor que a través de una tercera industria. Precisamente, la ventaja del fondo de Capital Humano para la Innovación es que nos permitió explorar más allá de nuestras ideas iniciales.

Con una persona dedicada exclusivamente a la I+D pudimos evaluar rápidamente diversas alternativas y elegir las más convenientes. El programa ofrece suficiente flexibilidad para aprovechar al máximo al capital humano avanzado, permitiendo identificar múltiples aplicaciones de nuestros residuos, que podrían convertirse en cinco productos o líneas adicionales.

-¿Cuál es el objetivo principal del nuevo proyecto de la empresa? 

Un año puede parecer poco tiempo, por lo que planeamos aprovechar los avances del fondo de Capital Humano para la Innovación de Corfo y completar el desarrollo de nuestro producto comercial, posicionándolo en farmacias y desarrollando nuevos productos con características similares. Nuestra meta es aprovechar plenamente el know-how adquirido por el equipo.

Esperamos lanzar el producto en el mercado en seis meses, logrando que el departamento de I+D sea autosustentable y genere ingresos suficientes para sostener a sus profesionales, creando así un círculo virtuoso de investigación continua.

Ya tenemos protocolos establecidos y sabemos hacia dónde orientar futuras investigaciones. Si el primer producto tardó 18 meses en llegar al mercado, esperamos reducir a 10 meses el tiempo de desarrollo del siguiente producto gracias al conocimiento acumulado.

Al final, el proceso mismo de innovación es nuestro activo más valioso, un patrimonio que queda incorporado en la empresa.

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