En el árido norte de Chile, en la región de Arica, Hiromichi Nakayama lidera Aguarica, una empresa dedicada a la reutilización del agua de descarte. Su compromiso con la sostenibilidad y la innovación en la gestión de recursos naturales refleja el espíritu del rey Adulyadej, un monarca atípico que convirtió al vetiver en una planta que en el mundo es escudo ante el cambio climático.
En las tierras fértiles de Tailandia, donde los monzones dibujan paisajes cambiantes de verdes intensos, el rey Bhumibol Adulyadej dedicó su vida a forjar un legado de sostenibilidad y desarrollo. A lo largo de su reinado, desde 1946 hasta su fallecimiento en 2016, el monarca no solo gobernó con sabiduría, sino que también abrazó la innovación y la naturaleza en un esfuerzo por mejorar las condiciones de vida de su pueblo. Entre sus muchas iniciativas medioambientales, una planta humilde, el vetiver (Chrysopogon zizanioides), se convirtió en un símbolo de esperanza y resiliencia.
El vetiver, con su sistema radicular profundo y denso, tiene la capacidad de estabilizar el suelo, prevenir la erosión y rehabilitar tierras degradadas. Estas propiedades lo convirtieron en una herramienta vital en los proyectos de conservación del Rey Bhumibol. En las colinas y campos erosionados de Tailandia, el vetiver echó raíces, deteniendo el avance de la degradación del suelo y mejorando la calidad del agua.
El liderazgo del rey no solo dejó una marca indeleble en Tailandia, sino que también inspiró a otros países a adoptar el vetiver en sus propios esfuerzos de conservación, y también a empresas...
En el lejano y árido norte del país, en la región de Arica, Hiromichi Nakayama lidera Aguarica, una empresa dedicada a la reutilización del agua de descarte. Su compromiso con la sostenibilidad, el desarrollo productivo sostenible y la innovación en la gestión de recursos naturales como el agua, refleja el espíritu del rey Bhumibol. Al ver cómo Nakayama enfrenta desafíos ambientales con innovación, no cabe duda de que el monarca estaría orgulloso de lo que hace en el norte grande del país, un territorio que resulta laboratorio natural para hacer frente a la alarmante realidad: Chile es el único país de Latinoamérica que sufre “estrés hídrico extremo”.
Nakayama, administrador de Aguarica desde hace seis años, dirige con determinación una empresa que ha evolucionado significativamente desde su fundación hace 28 años. Originalmente creada para apoyar a la sanitaria estatal en Arica, inició sus innovaciones con el desarrollo de un proceso de electrólisis, similar a la ósmosis, para tratar el agua. Con el tiempo, el proceso fue modificado, pero siempre con la misma misión de satisfacer las necesidades de la comunidad ariqueña, acostumbrada a vivir en esta región en extremo árida. Sin embargo, la privatización de la sanitaria cambió el rumbo de la empresa, obligándola a encontrar su propio camino.
Con la necesidad de reinventarse, Aguarica se enfocó primero en la venta de agua en grandes volúmenes, alcanzando entre 30.000 y 40.000 metros cúbicos al mes de agua potable. Este producto se diferenciaba significativamente del agua corriente “debido a su pureza, siendo tres o cuatro veces más pura que la que sale de la llave”, dice Nakayama. Esta característica atrajo a la agroindustria local, incluyendo pesqueras, plantas de semillas y otras industrias que requerían agua blanda para sus calderas. Con el tiempo, Aguarica se consolidó como la única planta de agua potable en Arica con capacidad para producir y vender a gran escala, superando a las demás plantas más pequeñas en la región.
Pero el atractivo producto de la sanitaria trajo consigo un desafío significativo: la acumulación de agua de descarte.
Inicialmente, Aguarica desechaba este subproducto en el alcantarillado, lo que resultaba en costos exorbitantes. Con un enfoque innovador y una mente orientada a la sostenibilidad, Nakayama y su equipo comenzaron a explorar formas de reducir este desperdicio y encontrar usos alternativos para el agua de descarte. Así fue cómo nació el compromiso de Aguarica con la reutilización del agua, un esfuerzo que no solo busca reducir costos, sino también contribuir al medio ambiente.
Inspirado por la visión y los logros del Rey Bhumibol Adulyadej de Tailandia con el vetiver, Hiromichi Nakayama aplica principios similares de sostenibilidad y responsabilidad ecológica en Arica. Enfrentando desafíos con creatividad y dedicación, junto a la ingeniera agrónoma Sandra Ugalde, con una maestría en biología vegetal y especialista en la remediación de aguas y suelos contaminados, ha convertido Aguarica en un ejemplo de cómo la innovación y el respeto por los recursos naturales pueden coexistir.
LIDERAZGO VISIONARIO
-Hiromichi, ¿por qué se descarta el agua?
Porque cuando extraemos el agua de nuestros pozos, esta viene con una dureza mayor a la establecida para el consumo humano. Nuestra agua de pozo tiene una conductividad de 5.000, indicando una dureza superior. El agua pública tiene una dureza de 1.800 y la nuestra, después de tratarla, queda en 700. Pero el agua residual resultante es mucho más dura, con una conductividad de 12.000, y es salada, no apta para el consumo humano.
Entonces, la primera aplicación que encontramos para el agua de descarte fue en la construcción, por su salinidad, útil para la compactación de caminos. Las constructoras la utilizan mucho. Y para manejar mejor los volúmenes, creamos un tanque grande para acumular agua y venderla en los horarios pico, así que aún necesitábamos darle otro uso, seguíamos botando el alcantarillado...
-¿Y ahí es donde surgen las ideas de Sandra Ugalde?
-Sí, Sandra, mi amiga ingeniera agrónoma y asesora en los proyectos, propuso algunas soluciones, como un biofiltro que trabaja con plantas; y ahora estamos en una segunda etapa, tratando de que las plantas que se rieguen con esta agua y que absorben la sal puedan tener algún uso comestible y proteico, convirtiendo este desecho en algo que podemos llevar a la mesa.
-Sandra, antes de que surgiera la idea del biofiltro, ¿qué experiencia tenías en la aplicación de la biología vegetal a la remediación de aguas y suelos contaminados?
-Mis primeros proyectos, con el Fondo de Innovación Agraria (FIA), habían sido en esta área, como descontaminar suelos y agua para mejorar la producción agrícola aquí en la región de Arica. Y en eso estuve unos ocho años. Luego, a través de mi amistad con Hiromichi y entendiendo las necesidades de la empresa, propuse usar mis conocimientos en fitorremediación para la creación de un biofiltro. Anteriormente había hecho un proyecto con Corfo para otra empresa que tenía problemas con aguas servidas, implementando humedales artificiales para reciclar esa agua. Esta experiencia me llevó a asesorar empresas para crear productos innovadores que solucionan problemáticas no solo regionales, sino que pueden extenderse a lo largo del país.
-¿Eso significa que el país tiene un problema con la composición de sus suelos?
-En Chile tenemos una fuerte carga de arsénico debido a la roca madre, que es rica en metales pesados de norte a sur, entonces, la fitorremediación es una solución innovadora y de bajo costo para esto. Pero mi enfoque y mi investigación empezó siendo local, en esta región, donde tenemos grandes concentraciones de boro que no permiten el desarrollo agrícola.
-¿Desde dónde vienen los conocimientos de fitorremediación? ¿Quién firmó esta panacea?
-La fitorremediación, al menos en nuestra era moderna, tiene unos 30 o 40 años de investigación. Y si se trata del vetiver, hay una organización mundial creada y patrocinada hace unos 30 años por el rey de Tailandia (Bhumibol Adulyadej), la que avanza en la investigación de los usos del vetiver, que tiene propiedades únicas para tolerar condiciones extremas; que se usa mucho en perfumería y medicina tradicional; y que se usa en bioconstrucción y fitorremediación en Asia, donde la industria es menos regulada y la contaminación por metales pesados es significativa.
Así que el rey de Tailandia tuvo un papel importante en promover el uso de vetiver para problemas como la erosión y la pérdida de suelo en su país. Y si bien se origina en la India, se ha expandido a otros lugares de Asia y hasta Haití, que es un gran productor de un aceite esencial que es medicinal y utilizado en perfumería.
-No es habitual tener noticias de un rey involucrado en investigación, ciencia, innovación.
-Sí, es verdad, porque el papel del rey en promover estas investigaciones subraya la importancia de liderazgos visionarios en la solución de problemas ambientales globales, donde una planta como el vetiver se transforma en una herramienta vital contra la degradación ambiental.
En resumen, la historia del vetiver y su integración en la fitorremediación es un ejemplo excelente de cómo la colaboración entre la monarquía, científicos y la comunidad puede llevar a innovaciones que benefician a la sociedad en general. Es una narrativa que no solo resalta la importancia del conocimiento ancestral y moderno, sino que también demuestra la relevancia de adaptar soluciones antiguas a los problemas actuales, mostrando la universalidad y la adaptabilidad de las prácticas de sostenibilidad.
¿MINERÍA Y VETIVER?
-Hiromichi, volvamos a Aguarica. Ustedes comienzan con la hipótesis de que la fitorremediación mediante biofiltros permitiría el reúso del agua de rechazo, ¿cierto? ¿Cómo fueron los primeros acercamientos y pruebas?
-Ya teníamos antecedentes del vetiver y su gran capacidad para absorber metales pesados. La propuesta aquí fue tratar las altas concentraciones de arsénico y plomo que superaban la norma en el agua de descarte. Y desarrollamos un biofiltro horizontal con una matriz donde colocamos las plantas y hacíamos pasar el agua lentamente por el filtro. Tomando distintas medidas a lo largo de varios días, el agua al final del biofiltro salía sin arsénico ni plomo, incluso desde la primera media hora de tratamiento. Fue impactante ver la rapidez del proceso, aunque por ser un proyecto con recursos limitados no pudimos seguir un protocolo científico más riguroso con múltiples repeticiones y tratamientos.
El biofiltro es interesante porque elimina los metales pesados, pero conserva los nutrientes esenciales como el potasio, fósforo y magnesio. Por eso pensamos que esto podría ser muy útil para la industria del agua mineral y otras industrias como la minería.
-La minería también vierte el agua descartada.
-Sí, por eso a raíz de nuestros resultados, de los hallazgos, imaginamos minas con hectáreas de vetiver que creen un ambiente ecológico y estético, porque el vetiver es una planta muy linda, y si tienes hectáreas de vetiver plantado, seguramente irían a vivir ahí la fauna.
Y si se trata del negocio, las plantas de osmosis en las minas también podrían beneficiarlo con esta tecnología, ya que las mineras suelen verter el agua descartada a los ríos y suelos, causando contaminación adicional. Es una industria que podría ganar en reputación, además, ya que es tan vilipendiada.
-Si Haití es producto de vetiver, ¿Chile también podría serlo?
-Chile también podría serlo, dado que el vetiver resiste condiciones extremas, como temperaturas de hasta menos 15 grados Celsius. Es una planta muy versátil para ser usada en la minería o en la agricultura por su capacidad de adaptación y eficacia en el combate de plagas.
APOYO INCREÍBLE
-¿Cuánto les ha ayudado el apoyo estatal de Corfo?
-El apoyo real del Estado para potenciar la innovación y sofisticar la economía, vinculado con desarrollo productivo sostenible, me parece increíble. Es algo que, cuando lo comento a colegas o amigos extranjeros, casi no pueden creer que nos brinden fondos para eso.
Estos apoyos son cruciales para generar más investigación e innovación sobre cómo manejar los desechos de manera efectiva, ya que pueden tener un impacto ambiental significativo. Y porque nosotros seguiremos investigando, trabajando en soluciones que puedan contribuir significativamente a la sostenibilidad ambiental, como el proyecto vinculado con la salicornia y el tratamiento de aguas residuales. Actualmente, estamos investigando usos adicionales para la salicornia, buscando generar valor agregado. Gracias al biofiltro, los costos asociados con la eliminación de agua en el alcantarillado se han eliminado, permitiéndonos generar áreas verdes.
-¿Han pensado aplicar los biofiltros a las plantas desaladoras, de las que se habla tanto hoy debido a la crisis hídrica que vive el país?
-Podríamos vender la tecnología y ofrecer asesoría sobre cómo instalar biofiltros en plantas desaladoras para minimizar el impacto ambiental antes de que el agua sea descartada al mar. Algunos programas fomentan la colaboración y la cadena de valor en tecnologías como esta, y si encontráramos un socio adecuado, esto podría ser crucial para la viabilidad del proyecto.
El vetiver es casi venerado globalmente como una 'planta mágica', y su aplicación a la desalinización podría ser muy innovadora, porque hasta ahora no hay mucha literatura al respecto.